jueves, 27 de noviembre de 2014

Adolescencia.


Hoy a la mañana iba en el bondi y venia escuchando una conversación entre una madre y una hija adolescente. Discutían porque la chica quería ir a una fiesta y la madre no la dejaba. La mamá decía; "… ¿quiénes van? ¿Cata va? Por qué los padres de Cata son padres que se ocupan". "No podes ir yo el sábado me tengo que levantar temprano y si vos salís no duermo…"
Escuchaba e inevitablemente me iba unos cuantos años atrás cuando mi madre, madre exigente, madre que nos tenía cagando, madre que parecía que no se sensibilizaba por nada, y pensaba que difícil es la adolescencia, que edad complicada.
Recuerdo una vez, había una fiesta de egresados, era la fiesta más esperada del año, yo lloraba, le decía "…mamá van todas, por favor, después si queres no salgo por un mes pero déjame ir…" Y adivinen qué? No me dejo. No recuerdo bien el motivo, creo que ella consideraba que ya había ido a muchas fiestas de egresados ese año.
Yo me proponía una y otra vez no hablarle, hacerla sentir mal, no quererla más, pero nunca jamás lo logre, mi enojo duraba poco, no podía sostenerlo y me odiaba a mí misma por eso. 
También recuerdo lo que han sufrido mis hermanas, Cande realmente la paso mal. A pesar de que al ser la más chiquita uno puede pensar, la Lilo ya está cansada, no fue así, no se cansó nunca y las discusiones entre mamá y Cande eran cosa de todos los días. Yo la ayudaba a Cande a escaparse y trataba de cubrirla pero no es tarea fácil engañar a La Lilo.
Pero la mejor historia, fueron unas vacaciones en Miramar. Yo tenía aproximadamente 9 años, las "grandes" Lu y Agus tenían 17 y 15 años, plena adolescencia. Siempre nos íbamos los primeros 15 días de enero con mamá y los otros 15 con papá. Demás está decir que la primer quincena era linda, divertida pero la segunda era un descontrol total, las grandes hacían literal lo que querían y “las chiquitas” nos la pasábamos en Pibelandia, fichines a morir y helados hasta explotar.
Siempre viajábamos con amigas, y está no fue la excepción. Agus llevo a una amiga (Lula, si estás leyendo esto, sabe que sos boleta). La pibita paso una semana con mamá y una semana con papá y cuando llegó a Buenos Aires le conto a su madre (que era media amigota de la mía) el descontrol que era la casa con papá. Para que entiendan el nivel, papá armaba los clericós en la heladerita playera para el pre boliche de Lu y Agus. Un copado!
Mamá ni bien se enteró calladita la boca se tomó un colectivo a Miramar y cayó tipo 7 de la mañana en la casa, ticó el timbre, papá pensó: "alguna de las chicas se olvidó la llave" Pero no, cuando abrió la puerta, era "LA LILO". Papá pálido, casi pasa a mejor vida en ese mismo instante. Cande y yo felices de ver a mamá, todavía no teníamos noción de la que se venía, Cou dormía y Agus y Lu claramente no habían llegado del boliche. 
A partir de ahí papá fue nominado a abandonar la Costa Argentina, Mamá tomó la casa, las chicas no volvieron a salir hasta marzo. Cou casi pierde, por una discusión entre padre y madre, lo que había esperado todo el verano, la función de Poliladrón en Mar del Plata, y para rematar mamá por mi culpa se quemó la mano y lo único que hizo fue darnos ordenes de que limpiemos y ordenemos la casa.
En fin, como siempre digo nada de esto me traumo después de años de terapia entendí que es muy probable que en algunas cosas sea muy parecida con mis hijos y como dice mamá ella "se va a cagar de risa".
 
La Casa de la tragedia
Papá disfrutando de la playa antes del escandalo.

Mamá,  mi adolescencia y yo.

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