Todo bien con los restos macrobióticos y
cools de Palermo, a veces me gustan, a veces me tientan. Pero otras los odio!
El domingo amaneció divino y como ya me
había quedado todo el sábado haciendo fiaca en casa (el día lo ameritaba 100%)
tuve que salir, huir de mi hogar para respirar el aire de Buenos Aires.
Caminé en busca de Benja y Agus, después
de Lu y así hasta terminar el pool humano con Cou. Las cuatro hermanitas más el
bebito (estaba pesado como collar de sandias, mi vida) nos sentamos en Le Blé,
un resto bien palermitano, comida francesa, sándwich con hojas verdes, papas
rústicas, vajilla de mi abuela y limonada. Los platos parecían tentadores. El
problema es que el mío nunca llegó.
Después de esperar 25 minutos una mesa al
aire libre. Calcinarnos una vez sentadas y que Cou no parara de quejarse porque estaba chivando más que en un sauna. Que
Benja fuese del cochecito a la sillita alta, de la sillita alta a caminar
por la vereda, de caminar por la vereda a caminar por adentro del restaurante y
de caminar por el restaurante al cochecito de nuevo. Años esperando 4 sándwiches,
que sólo llegaran 3, más el pedido de una Coca light que todavía estoy
esperando.
Imagínense ya a esa altura a Cou le salía
humo de las orejas, entre el calor y la calentura que tenía por la mala
atención (ojo la moza siempre fue amorosa simplemente nunca trajo lo que le
pedimos).
El pedido de la cuenta ya fue con un grito
de indignación y con un: "Este Restaurante es una mierda, no vengo
más".
No se dejen engañar es lindo pero te ATIENDEN MAL! |
En fin, pegamos el retorno hacia nuestros
respectivos hogares, caminando para bajar ese medio sandwichito de pollo con
pan viejo que no me tapo ni una muela.
Llegando a casa me clave un helado de Pérsico, que por suerte no falla.
Llegando a casa me clave un helado de Pérsico, que por suerte no falla.
Más allá de todo fue un lindisimo domingo!
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